El sitio en Casa Curutchet
“El sitio, compuesto de extensión y elevamiento del suelo, napas acuáticas, verdores, de rocas o de cielo, vestidos con sabanas o con cabelleras de vegetación, abierto a las perspectivas, cercado de horizontes, es el paso ofrecido por nuestros ojos a nuestros sentidos, a nuestra sensibilidad, a nuestra inteligencia, a nuestro corazón. El sitio es el plato de la composición arquitectónica”1.
Entendiendo la arquitectura como parte componedora de un contexto determinado, el “sitio” es un elemento concluyente en la composición, instituye una referencia incuestionable a cualquier premisa de diseño. Cuando un diseño comprende el sitio, construye la ciudad. El espacio urbano se enriquece cuando sus componentes establecen un dialogo fluido y equilibrado, proponiendo experiencias palpables, sugestivas e integradoras. En ese sentido, la Casa Curutchet establece un lazo preeminente con el sitio. Una relación fomentada a partir de considerar el terreno y la extensión del bosque platense, como sólidos pilares entre las premisas de diseño. Condicionantes, sugerentes, ambos se complementan y potencian en igual manera: las escasas dimensiones de un lote comprimido entre medianeras exigen el desarrollo del programa en altura, y el bosque confiere el argumento perfecto para un diseño atípico desarrollado con maestría.
La casa se sitúa en perfecta armonía con el contexto. El sitio penetra en la arquitectura, que pone en igual relación volúmenes llenos y vacíos. La casa no establece límites entre el bosque y el terreno, sólo referencias. El vínculo con el espacio exterior fluye naturalmente, introduce la calle al terreno en un viaje que vivencia el bosque desde la rampa, recobra su imagen en la consulta y encuentra el éxtasis en la terraza, donde la arquitectura captura el paisaje y lo incorpora de modo indisoluble. Un corolario cualitativo, directamente relacionado a la virtud poética de Le Corbusier, claridad que esta fuera de discusión. El hombre y la naturaleza son el propósito de una lírica puesta al servicio de la arquitectura, en la certeza que el artista propone formas que mejoran la vida cotidiana.
En la Casa Curutchet, la arquitectura y el sitio son una macla indisoluble. El manejo plástico del espacio, de la luz, del color, emana de un hombre que llevo la arquitectura a un nivel de poesía sublime. Esta pequeña obra maestra de Le Corbusier, subvalorada entre sus otros relevantes trabajos, es un punto de inflexión en su carrera, una articulación entre una etapa de racionalidad mecánica y otra de plena liberación poética. Esta obra constituye un punto de referencia sublime que instaura en la región un desafío de superación nunca logrado.
Marcelo Gardinetti, febrero de 2013

Notas:
1 Le Corbusier, “Mensaje a los estudiantes de arquitectura” (Buenos Aires, Infinito: 2006), 29
Fotografías: ©Marcelo Gardinetti
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