Casa-Curutchet

Le Corbusier, el árbol y el bosque

“un árbol podrá ser plantado en el nivel 1, en el vacío disponible delante de la vivienda. Su follaje podrá subir a voluntad.”1

En la obra de Le Corbusier, los elementos de la naturaleza establecen una referencia en sus diseños, sin distinción de programa, escala, sitio o período. Sus propuestas urbanísticas fundan parte sustancial de sus tesis en la estructuración de parques y bosques naturales como contenedores de sus edificios. Sin embargo, la incorporación de árboles como elementos estructurantes de sus diseños construidos, especialmente en los de escala doméstica anteriores a 1950, estuvo relegada a un rol complementario.

Esta aseveración que vertemos tiene una única excepción: la Casa Curutchet.

La vivienda de La Plata es la única casa diseñada por Le Corbusier hasta entonces en la que un árbol, intencionadamente, como parte emergente del proceso de diseño, integra la composición. Las tres obras anteriores donde un árbol participa en el diseño se encontraban en la parcela con anterioridad al encargo, trasmutando en un condicionante de proyecto: la Casa La Roche de 1923, el pabellón L’Espirit Nouveau de 1925 y la casa para artistas de Ternisien de 1926.

Teniendo en cuenta las exiguas dimensiones de la parcela de la casa Curutchet, la complejidad del programa y la presencia dominante del bosque, que se incorpora a la casa desde un diseño decididamente jugado a su captura, el interrogante pasa por establecer el motivo que implicó su incorporación protagónica a la composición. El árbol al que hacemos referencia es del tipo denominado “álamo Mussolini”, especie que proviene originariamente de Italia. Fue plantado por el Dr. Pedro Curutchet finalizada la obra en 1956, de acuerdo a la indicación realizada por Le Corbusier en la correspondencia expuesta al inicio del texto.

“lo plantamos después de hecha la casa. Yo creí que iba a ser difícil, pero Le Corbusier conocía tanto la inclinación de los rayos solares que la planta tuvo sol suficiente para desarrollarse desde el primer momento.”2

Algunos estudiosos de la obra de Le Corbusier consideran que la incorporación del árbol constituye una extensión del parque ubicado frente a la parcela. Otros, que lo utiliza como un elemento que le permite ampliar y enriquecer el vocabulario formal. Aun coincidiendo con ambas apreciaciones, creemos encontrar elementos suficientes para pensar en la existencia de otras motivaciones que concluyeron en la toma de decisión. En este aspecto, explorando el repertorio formal de la obra, el árbol constituye un elemento de tensión. La tensión entre los componentes del diseño es un concepto que Le Corbusier desarrolla con una ductilidad notable, tal como lo define en el texto publicado en L’Espirit Nouveau:

“la obra de arte es un objeto artificial que permite situar al espectador en un estado buscado por el creador; la creación de la obra de arte debe disponer, por lo tanto, de medios y resultados seguros. Hemos intentado crear, pues, una lengua que posea estos medios: Las formas y los colores primarios tiene propiedades ESTANDAR -propiedades universales que permiten crear un lenguaje plástico transmisible. Pero la utilización de las fuerzas primarias no permite situar al espectador en el estado de orden matemático buscado. Para ello hay que recurrir a las asociaciones de formas naturales o artificiales, con el fin de despertar las sensaciones secundarias, y el criterio de su elección es el grado de selección a que han llegado ciertos elementos- selección natural y selección mecánica”3

Este tipo de asociación de objetos, composición por elementos en contraste, es parte de la riqueza expresiva que proviene de su formación plástica y establece un escenario que diferencia la obra de Le Corbusier de la mayoría de los maestros de su generación.

En la Casa Curutchet, el árbol rompe la geometría de la trama de pilotis, proponiendo en su textura un contraste a los delgados cilindros blancos. Esta divergencia de caracteres enfatiza las cualidades de ambas convenciones: la rigidez de la trama estructural y lo impredecible de las formas de la naturaleza. Emplazado en el umbral de la rampa, el árbol marca el inicio del paseo arquitectónico. Pero además lo enriquece de manera sustancial. En mérito a su ubicación, el árbol se transforma en una referencia espacial durante todo el recorrido. La disolución de luces en sombras, cambiante de acuerdo a la época del año debido a las variaciones estacionales que le hacen perder el follaje en otoño y lo vuelven tupido en primavera, propone un paisaje impredecible.

El modo en que el árbol acentúa la verticalidad del espacio existente entre los dos volúmenes es otro punto a considerar. El programa de la casa Curutchet se distribuye en capas horizontales superpuestas, una estrategia que permite a la vivienda ocupar la cubierta del consultorio para compartir entre ambas fachadas el dominio visual sobre el bosque. En este contexto, el árbol es el único elemento que atraviesa en vertical la totalidad de los niveles de la casa. En un mismo sentido, el árbol es el elemento de integración entre la vivienda y la consulta. En las dos viviendas que mencionamos anteriormente, donde el árbol aparecía como elemento existente en la parcela, el edificio lo rodea en quiebres de su envolvente. En la casa Curutchet, el árbol se transforma en elemento de unión, componedor de la unidad del conjunto. El concepto de transparencia fenomenal perfectamente puede aplicarse en este caso, sin dejar de lado las implicancias poéticas que acarrea el hecho de incorporar un elemento vegetal a la obra. La fascinación de Le Corbusier por el continuo espacio-tiempo debe considerarse un factor de influencia necesaria, teniendo en cuenta que el tiempo arquitectónico concierne al movimiento y a la visión cinematográfica que ofrece el recorrido.

Las consideraciones expuestas, textuales o subyacentes, no hacen más que reafirmar la capacidad compositiva, la cualidad poética y la virtud plástica de la obra de Le Corbusier. La casa Curutchet es un compendio de imágenes subyugantes, imprevisibles, que revelan la infinidad de recursos del hombre que permaneció en la vanguardia de la arquitectura moderna desde que promocionó el primer dibujo de la estructura Dom-ino hasta la última de sus obras.

Marcelo Gardinetti

Notas:

1 Carta de Le Corbusier al Dr. Pedro Curutchet, 24 de mayo de 1949. [FLC]

2 Pedro Curutchet, entrevista de Daniel Casoy, en “Arquitectura Bis”, nº2. Barcelona. (1983)

3 Esthétique et Purisme, L’Espirit Noveau nº 15 (1922)

TECNNE | Arquitectura y Contextos ©Marcelo Gardinetti – Todos los derechos reservados. El contenido de este sitio web está protegido por los derechos de propiedad intelectual e industrial. Salvo en los casos previstos en la ley, su reproducción, distribución, comunicación pública o transformación sin la autorización del titular de los derechos es una infracción penalizada por la legislación vigente.