Contraste como elemento de ratificación.
Para Le Corbusier, la clave de la emoción estética es una función característica del espacio. Una función fomentada en la creación de “mecanismos arquitectónicos” que jerarquizan la cualidad espacial para conferir organización al conjunto. Sin embargo, esa emoción representada en el carácter del espacio, es alimentada por un encadenamiento de contrapuntos formales que incorpora sutilmente en todos sus proyectos. Una polifonía propiciada en la dialéctica entre elementos disímiles, a veces opuestos, casi siempre complementarios, que enriquecen la percepción sensorial de su arquitectura.
La Casa Curutchet es un compendio de contrapuntos formales y espaciales que confieren a su arquitectura una cualidad de “emoción estética” encaramada entre otras obras de vivienda realizadas por Le Corbusier. La casa es un paseo incierto, nunca nos revela su arquitectura por completo. Se manifiesta gradualmente, se descubre en la dinámica del recorrido. Va modelando secuencias espaciales que mutan de carácter a cada paso. Esa modelación espacial-formal secuenciada como un paseo cinemático, hace traslucir una variedad de contrapuntos que intentamos explorar.
El primer dialogo sugestivo se manifiesta en la máscara exterior de la casa. Un contraste surgido entre la dispersión visual que propone el brise soleil y el antagonismo focal del pórtico de acceso. La trama regular del plano flotante incita el aplanamiento de la visión en perspectiva. Sugestivamente, los ángulos biselados del pórtico acentúan la visión de la perspectiva focal clásica. Este interesante contrapunto es complementado en la propuesta cromática, donde el blanco inmaterial del brise soleil contrasta con el gris opaco del pórtico de acceso.
En términos compositivos, el pórtico confiere el contrapeso necesario a una fachada descompensada por la aparición del baldaquino asomando por detrás el brise soleil en la parte izquierda de la terraza. Del mismo modo, la densidad de sombras producida por el brise soleil y el baldaquino en el volumen delantero encuentra su antagonismo en la fachada trasera. El plano vertical posterior es alcanzado por los rayos solares que transitan el hueco producido en la losa de la terraza para iluminar el plano frontal de la vivienda.
La promenade descubre una sucesión ilimitada de contrapuntos espaciales. La pendiente de la rampa produce en su trayecto alteraciones en la profundidad, la distancia y la altura en forma constante. El recorrido ofrece una secuencia de imágenes retratadas desde distintos ángulos de visión con intensidades lumínicas variables en el tiempo. Una composición de planos superpuestos que nos somete en la dinámica del movimiento a la sorpresa de una imagen siempre variable. Superado el primer tramo de la rampa, el giro nos confiere un nuevo paisaje con distintas secuencias espaciales y otra intensidad lumínica. La sensación de novedad generada en la incertidumbre del camino se mantiene hasta el final del recorrido.
El árbol impuesto en el recorrido propone otro interesante contrapunto. El elemento natural rompe la geometría de la trama de pilotis. Propone una textura rugosa, oscura e irregular que contrasta con la estructura llana y la geometría límpida de los pilotis. Este contraste intencionado es parte de un juego compositivo que enfatiza las cualidades de ambas convenciones: la rigidez geométrica de la trama estructural y lo impredecible de las formas de la naturaleza.
Del mismo modo, la tenue iluminación que cubre el hall de acceso a la vivienda y su prosecución en el recorrido de la escalera, explota en la visión intempestiva del estar iluminado. El diminuto espacio propuesto para el ascenso estalla en la amplitud de la sala, que en la continuidad de la terraza propone un punto de vista infinito. El contraste entre ambos espacios y la profundidad visual adquirida al arribo es tan profundo que promueve una sensación de arrobamiento intenso.
La estructura tridimensional de la casa encuentra en su composición dos ideas complementadas. La estratificación de planos de la estructura Dom-ino predomina en la estructuración horizontal de la casa. Por el contrario, una superposición de planos plasmada como un ejercicio pictórico predomina la composición vertical. En un mismo sentido, la grilla tridimensional impuesta por el sistema estructural compuesta por losas y pilotis, contrasta con la plasticidad de formas expuestas en el diseño de los núcleos sanitarios de la vivienda.
Si instalamos especial interés en observar las complejas relaciones espaciales que se descubren en las distintas secciones de la casa, debemos conferir definitivamente que la casa ha sido moldeada. La volumetría compleja de la casa Curutchet resulta una experiencia plástica construida en juegos espaciales que son alimentados por sutiles referencias. Narraciones apostadas con un sentido de libertad donde cada elemento es secundado por otro desigual, que por oposición jerarquiza las cualidades de ambos.
Para Le Corbusier el uso de la técnica constructiva no se limita a resolver problemas funcionales. Su obra propone una búsqueda pertinaz de la creación sensitiva. Exalta la arquitectura en precisos juegos poéticos. La descubre fastuosa en composiciones plenas de imágenes visuales contrastantes de colores, tensiones formales e intensidades lumínicas.
Inserta en ese universo creativo, la casa Curutchet es un ejercicio singular donde Le Corbusier describe el arte más sensible y atrapante de la arquitectura del siglo XX.
©Marcelo Gardinetti




Notas:
1 Le Corbusier “L’Espace Indicible”, 1946 ©FLC
Fotografías: ©Marcelo Gardinetti
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